Creo que este tema puede dar lugar a un interesante debate. Posiblemente encontremos puntos de vista muy contrarios: por un lado, el empresario que quiere aprovechar el tiempo y por otro el diseñador que busca la personalización total. ¿Qué opinas tú?
Cuantas veces nos ha ocurrido que un cliente nos encarga un trabajo, un logotipo por ejemplo, y nos ponemos a trabajar en ello. Hacemos un trabajo que nos gusta, del que estamos sumamente orgullosos, llamamos al cliente para mostrárselo, el cliente lo ve y nos dice: «No es lo que estoy buscando, no me gusta. ¿Puedes hacerme algo diferente?». Este es un momento bastante duro en la vida del diseñador, pero a la vez, demasiado común.
Tirar los trabajos o reaprovecharlos.
Según el ejemplo anterior, uno puede tomar dos decisiones opuestas:
1. Tirar el diseño.
Ya que el cliente no sintió por él lo mismo que nosotros, ese trabajo ha de terminar en la papelera (de reciclaje). Con esta opción habremos perdido el tiempo dedicado a esa propuesta.
2. Guardar el diseño.
Ya que es algo que nos había gustado, tal vez podamos darle un uso más adelante. Con esta opción podremos aprovechar el trabajo en otro momento, pero: ¿Dónde queda la idea de la personalización, de hacer al cliente un trabajo ideado exclusivamente para él?
Como veis, se pueden ver las cosas desde diferentes puntos de vista.
Mi opinión al respecto.
Voy a contaros un caso real que me ocurrió en una agencia en la que trabajé:
Una empresa de mensajería nos había encargado un logotipo, la empresa utilizaba materiales reciclados para el embalaje, por lo tanto era una empresa de mensajería ecológica. El trabajo que desarrollé para este cliente consistía en una especie de caja gris con los lados en verde (explicado rápidamente). En este caso no llegué a mostrárselo al cliente. Ahora veréis por qué.
Un día o dos después, estaba trabajando en otra cosa, ahora no recuerdo en qué. Mi entonces jefe entró en el estudio muy agitado y nos dijo: «Chicos, está subiendo por el ascensor el cliente X (empresa constructora). Tengo que mostrarle un logo y le he dicho ayer que ya lo tenía. Tenéis 10 minutos, que es el máximo tiempo que le podré retener, para mostrarle algo…» Y se fue!
¿Qué hace uno en estos casos? Buscar una solución urgente, esta es la vida real…
¿Recordáis el logo de la empresa de reciclaje, la caja gris con las aristas en verde? Bien, pues lo cogí, y le cambié el color, lo que era gris, es decir, la caja del medio, la puse naranja amarillento y las aristas en gris. ¿Por qué? el amarillo en representación de la calidez del hogar, los lados en gris, en representación de la solidez de la estructura. La caja, ahora, representaba una vivienda, de manera muy icónica. Al lado de este imagotipo, y en otras versiones debajo, colocamos el nombre de la empresa.
¿Sabéis que pasó? Un acierto total. Al cliente le encantó. Y no solo salimos airosos de la situación si no que conseguimos muchos más encargos por parte del mismo.
Con este ejemplo real os quiero mostrar que a veces un diseñador tiene que buscar soluciones urgentes y extremas a situaciones que lo exigen, y no por ello dejamos de hacer un buen trabajo, o un trabajo ético.
El reciclaje del diseño es una herramienta muy muy útil, no lo dudéis, así que os doy el siguiente consejo: Nunca tires un diseño que te guste, nunca sabes donde puede terminar.
Muchas gracias por vuestra atención. Ah, y para el que le interese… Cliente X
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