La competencia: esos seres desconocidos que tan malos ratos nos hacen pasar. Esos seres desconocidos que nos ven como seres desconocidos que tan malos ratos les hacen pasar…
Al final todo se reduce a eso, desconocimiento. Pero… ¿Y si fuera de otro modo?
¿Habéis probado a tocar a la puerta de la competencia?. Sé que por teléfono les habéis llamado, seguramente para pedirles algún presupuesto… -No me refiero a eso- Tocar su puerta para conocerles, para presentaros y que os conozcan y ver, si de alguna forma, podéis colaborar. Tal vez os llevéis una grata sorpresa. Casualmente yo lo hice ayer, y esto fue lo que pasó:
Por la mañana estaba en el restaurante de un cliente y este me dijo: “David, el chico de la “Empresa X” (tampoco vamos a ser bobos!!!), me ha dicho que le gustaría conocerte, que le gusta tu forma de diseñar y me ha pedido tu teléfono”. –Sorpresa!– ¿Ah sí? -Le dije yo- Como no podía ser de otro modo, la noticia me sorprendió. Me adelanté. Yo le llamé, y como casualmente estoy en los comienzos de mi proyecto “Waarket” me pareció el momento perfecto.
Ese mismo día, por la tarde, fui a su estudio. Toqué a la puerta, y ¿Sabéis que sucedió? Me abrió una persona con cara de buena gente!!! Sí. No era ningún ser raro, con cara de mala leche que solo pretende complicarme la vida. No. Era un tipo, más o menos, como yo!!! Qué bueno.
Me invitó a pasar. Entre en su zona de trabajo, muy buena nave, todo sea dicho. Estuvimos hablando un buen rato, hasta tal punto que llegó un momento que solo veíamos gracias a la luz de los monitores. Fue una charla muy interesante. Nos dimos cuenta de que algún que otro cliente jugaba entre nosotros dos (un dato importante para poder lidiar luego en situaciones reales) pero sobre todo, nos dimos cuenta de que nos podríamos ayudar mutuamente. Él sabía hacer cosas que yo no domino y, a su vez, necesita otras que son totalmente de mi terreno.
Al final de la charla nos dimos cuenta de que podría surgir una simbiosis entre los dos, y realmente nos alegró mucho, hasta tal punto que salimos a su patio a fumar la pipa de la paz (un cigarrillo eh!!!)
Después de esto cerramos un muy buen acuerdo de colaboración. Yo le ofrecí algunos de mis servicios y el me ofreció algunos de los suyos. En los trabajos propios haríamos un trueque y ampliaríamos nuestros respectivos servicios cara a nuestros clientes.
Y en ese punto estamos. Ahora sé que cuento con un colaborador más, estaremos en contacto y no lucharemos por los mismos clientes.
Y esta es la moraleja de esta historia: «No des nada por hecho ni por desecho. Incluso donde menos te imagines, puedes encontrar algo que te beneficia y a lo que tú puedes beneficiar».
Hasta ahora estudiábamos a la competencia para ganarles terreno. Así nos lo han enseñado. A partir de ahora, intentaremos buscar alianzas con ellos.
Y así la batalla diaria será mucho más llevadera.